20110531
20110530
Increíble, parecería que cuanto él se junta conmigo hay paredes que se caen, montones de cosas se van al quinto demonio, y de golpe el cielo se pone fabulosamente hermoso, las estrellas se meten en esa panera, uno podría pelarlas y comérselas.
Julio Cortázar, Rayuela
20110529
greek
Is he the guy you're willing to give up everything for, or are you just making him that guy because it's easy and everything else seems hard right now?
20110528
20110525
ndnsbrb
Una ciudad que nos atrapa, un amigo que traiciona. Una puerta que se abre, una ventana en la que nadie asoma. Una caricia en la mañana, una pasión, una rabia como símbolo de acción de una generación. Una luz que ilumina, una cancion que me anima, una lágrima que cae, que limpia una vida herida. Una calle colapsada, un amor que no se acaba, un político que mira hacia otro lado y no hace nada. Un respeto que se gana, una inocencia que se pierde, un corazón que se acelera cuando un enemigo vuelve. Un policía que me insulta, un lugar lejos de aquí, un sentimiento que se oculta por miedo a que dirán de mí. Una familia que se abraza, un hermano de otra raza, un jefe que sonríe, un consejo que sin más rechazas. Un atajo, un lujo que me distrae, una calma que me arropa si el sol cae. Un olor que trae recuerdos, una chica que no sabe que la observo, un album de fotos roto pero que aun conservo. Una libertad que hulle, un micro que me comprende. Una venganza justa, un secreto que se vende. Una historia sin comprender, un cuerpo de mujer, un beso distante, un instante de placer. Un ayer que ya no exitey un mundo que nos repudia: un día en Suburbia.
Nach
20110520
20110517
My blueberry nights
Querido Jeremy,
en estos últimos días me han dado clases para no confiar en la gente, pero por suerte he suspendido. A veces utilizamos a los demás como un espejo, para que nos definan y nos digan quiénes somos, y cada reflejo hace que me guste un poco más.
Elizabeth.
20110515
ggm
Durmió sin saberlo, pero sabiendo que continuaba viva en el sueño, que le sobraba la mitad de la cama, y que yacía de costado en la orilla izquierda, como siempre, pero que le hacía falta el contrapeso del otro cuerpo en la otra orilla. Pensando dormida pensó que nunca más podría dormir así, y empezó a sollozar dormida, y durmió sollozando sin cambiar de posición en su orilla, hasta mucho después de que acabaron de cantar los gallos y la despertó el sol indeseable de la mañana sin él.
Gabriel García Márquez, El amor en tiempos del cólera
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libros
20110504
20110501
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